
¿Ayuno de Dopamina? Mitos y Realidades del Bienestar Cerebral
El "ayuno de dopamina", tendencia sin base científica, promete controlar la atención a través de la privación del placer.

En la era digital, donde las distracciones son omnipresentes y las notificaciones constantes compiten por nuestra atención, la búsqueda de bienestar mental se ha convertido en una prioridad para muchos. Ante este panorama, ha surgido una tendencia conocida como el "ayuno de dopamina", una práctica que promete beneficios neurológicos al evitar ciertos placeres cotidianos. Sin embargo, es importante analizar críticamente su eficacia y comprender los mecanismos reales del cerebro.
Desmitificando la Dopamina
La dopamina es un neurotransmisor crucial para el funcionamiento cerebral. Lejos de ser simplemente la "molécula del placer", como a menudo se la describe, tiene una función mucho más amplia en nuestra vida diaria. La dopamina está involucrada en procesos como la motivación, la atención, el aprendizaje y el movimiento. También juega un papel importante en la toma de decisiones, la adaptación al entorno y, en enfermedades como el párkinson, su disminución provoca problemas motores.
La idea de poder "ayunar" de dopamina o reducirla a voluntad es errónea. Nuestro cerebro no funciona de esa manera. Solo ciertas drogas potentes pueden alterar drásticamente el funcionamiento de la dopamina. Las redes sociales y los videojuegos, por ejemplo, no tienen ese impacto directo en la producción o liberación de este neurotransmisor.
El "Ayuno de Dopamina" y su Falta de Base Científica
El concepto de "ayuno de dopamina" surgió en Silicon Valley en 2019, promovido por el psicólogo Cameron Sepah como una estrategia para controlar comportamientos compulsivos. Sin embargo, las redes sociales difundieron rápidamente la idea, convirtiéndola en una supuesta desintoxicación cerebral basada en ciencia malinterpretada.
Este mensaje es atractivo porque apela al control personal, a un estilo de vida minimalista y a la idea fácil de "reiniciarse". Además, se ajusta a una lógica que menosprecia el placer y glorifica la productividad, como si disfrutar fuera un obstáculo para rendir mejor. En realidad, esta visión representa una concepción desequilibrada del bienestar.
Reducir el tiempo en el móvil, descansar de las redes sociales o mejorar la alimentación pueden ser prácticas beneficiosas para nuestro bienestar, pero no porque estemos "limpiando" nuestro sistema dopaminérgico. Estos cambios benefician nuestra atención, gestión del tiempo y comportamiento desde una perspectiva más amplia.
Actividades como la atención plena, el descanso digital y reconectar con aquello que nos aporta significado son realmente útiles. Sin embargo, no requieren una narrativa neuroquímica simplista. De hecho, convertir el placer cotidiano en enemigo puede ser más perjudicial que beneficioso.
El "ayuno de dopamina" es un ejemplo de cómo el lenguaje científico se usa sin rigor para vender soluciones fáciles. Términos como "resetear el cerebro" o "neurotransmisor" suenan técnicos, pero fuera de contexto pierden sentido.
En lugar de buscar eliminar el placer de nuestras vidas para cuidar nuestra mente, necesitamos comprender mejor cómo funciona nuestro cerebro, establecer hábitos realistas y alejarnos de promesas milagrosas. Una visión más sensata y saludable sería enfocarnos en la "desconexión consciente" como estrategia para mejorar nuestro bienestar mental.
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