
Gamers: sin desventajas psicológicas según nueva investigación
Investigación reciente demuestra que los gamers no presentan desventajas psicológicas significativas en comparación con quienes no juegan videojuegos.

En la era digital, los videojuegos han conquistado un lugar prominente en la vida de muchos jóvenes, convirtiéndose en una parte integral de su cotidianidad. Sin embargo, esta creciente popularidad ha generado un debate sobre los posibles efectos psicológicos del tiempo dedicado a las pantallas.
Una reciente investigación arroja luz sobre este tema complejo, demostrando que los jugadores habituales no presentan desventajas psicológicas significativas en comparación con quienes no juegan. Los resultados sugieren que la práctica regular de videojuegos no implica daño o alteración relevante en la salud mental.
Más allá del estereotipo: Desmitificando el impacto de los videojuegos
El estudio, publicado en Psychological Reports, analizó aspectos fundamentales como la regulación emocional, las relaciones interpersonales y los mecanismos de defensa de personas que dedican tiempo a jugar videojuegos. El objetivo era determinar si existían diferencias clínicas entre ellos y aquellos que no participan en esta actividad.
La investigación surgió ante la percepción social que asocia los videojuegos con adicción, aislamiento y dificultades emocionales, una visión que genera preocupación y debate constante. Para arrojar luz sobre este tema, los investigadores incluyeron a 762 personas de entre 18 y 44 años, clasificándolas como gamers si jugaban ocho horas o más por semana y consideraban el juego parte importante de su vida, o como no gamers si jugaban menos de ocho horas semanales o no atribuían relevancia a esa práctica.
Para evaluar las características psicológicas, se utilizaron tests reconocidos que miden trastornos de personalidad, dificultades en la gestión emocional y estilos de defensa ante el estrés o conflictos internos. Los resultados revelaron diferencias pequeñas en la frecuencia de ciertos rasgos de personalidad. Los no gamers presentaron puntajes levemente más altos en indicadores vinculados con rasgos paranoides, histriónicos, narcisistas, evitativos y dependientes.
El desarrollo psicológico en la era de los videojuegos
Por otro lado, los gamers mostraron niveles un poco superiores en rasgos antisociales y esquizotípicos. Sin embargo, después de ajustar los resultados por edad —ya que los gamers eran en promedio dos años mayores—, la mayoría de esas diferencias se desvanecieron. Estos hallazgos sugieren que la práctica de videojuegos no está directamente relacionada con el desarrollo de trastornos psicológicos, al menos en el rango de edad estudiado.
El estudio también observó los mecanismos de defensa, es decir, las estrategias inconscientes que las personas usan para enfrentar el malestar interno. Los gamers emplearon mecanismos maduros con mayor frecuencia, estrategias consideradas sanas como el humor, la anticipación y la sublimación. En contraste, los no gamers manifestaron un uso más frecuente de mecanismos de defensa neuróticos, como la represión o la formación reactiva.
En cuanto a la regulación emocional, tanto gamers como no gamers mostraron niveles similares de capacidad para manejar sus emociones. Esta similitud podría deberse a que la gestión emocional suele mejorar al llegar a la adultez joven, lo que habría influido en los resultados observados.
Los autores del estudio reconocen algunas limitaciones, como la mayor presencia de hombres en el grupo de gamers y la dependencia del auto-reporte para clasificar a los participantes. A pesar de estas limitaciones, el estudio representa uno de los análisis más integrales sobre las funciones psicológicas de gamers y no gamers. Sus conclusiones invitan a abandonar miradas simplistas y considerar al gaming como un espacio de expresión y desarrollo similar a otras actividades culturales.
La investigación sugiere que la práctica regular de videojuegos no altera el desarrollo psicológico normal y puede asociarse, en algunos casos, con estrategias de afrontamiento más maduras. Este hallazgo contradice la visión negativa que a menudo se asocia con los videojuegos, mostrando que pueden ser parte de una vida saludable y equilibrada.
Los autores sugieren que futuros estudios deberían incorporar una muestra más equilibrada en relación al género y generar clasificaciones más detalladas en función de los tipos de juegos y las motivaciones de cada participante. Además, se necesitan seguimientos prolongados para observar si determinados rasgos de personalidad se desarrollan debido a la experiencia de jugar o si quienes ya tienen esos rasgos optan por los videojuegos.
En definitiva, esta investigación contribuye a desmitificar el impacto de los videojuegos en el desarrollo psicológico. Al comprender mejor las funciones psicológicas de los gamers y no gamers, podemos adoptar una perspectiva más matizada y promover un uso responsable y enriquecedor de los videojuegos como parte de la vida moderna.
Para aquellos interesados en explorar este tema en profundidad, se recomienda consultar el artículo completo publicado en Psychological Reports, así como otras investigaciones que abordan las dimensiones sociales, culturales y educativas de los videojuegos.
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