Trump acusa al paracetamol de causar autismo, la ciencia lo desmiente

El presidente Trump acusa falsamente al paracetamol de causar autismo, ignorando la evidencia científica y generando miedo para fines políticos.

En un escenario donde la salud pública se vuelve moneda de cambio político, el presidente estadounidense ha lanzado una nueva cruzada, esta vez contra el paracetamol, un medicamento ampliamente utilizado por millones de personas en todo el mundo. La estrategia se asemeja a un modelo bien conocido: fabricar miedo y presentarse como el único salvador.

El Retrato del Miedo Colectivo

La Casa Blanca, escenario habitual de este tipo de anuncios, acogió el 22 de septiembre de 2025 la declaración presidencial en la que se vinculaba al paracetamol con el autismo. Donald Trump, acompañado por Robert F. Kennedy Jr., conocido por sus teorías antivacunas, habló de un “aumento meteórico” del autismo en las últimas dos décadas, ignorando así décadas de investigación científica y atribuyendo la causa a una pastilla cotidiana.

Supersticiones Políticas vs. Evidencia Científica

El paracetamol (acetaminofeno) es uno de los fármacos más prescritos a nivel global, recomendado por médicos debido a su seguridad durante el embarazo. Las cifras desmienten las afirmaciones del presidente estadounidense. El diagnóstico del autismo se ha incrementado, pero esto se debe a la ampliación de los criterios diagnósticos y a una mejor detección temprana, no a una “epidemia” como Trump sugiere. Estudios internacionales, con millones de participantes, no han encontrado relación entre el paracetamol y el autismo.

La narrativa presidencial busca generar miedo colectivo y desinformar al público sobre la seguridad del paracetamol. Las acciones de Kenvue, fabricante de Tylenol, se vieron afectadas por las declaraciones del presidente, lo que evidencia cómo el poder político puede manipular la economía con base en teorías falsas. La Casa Blanca se convierte así en un altavoz de propaganda, reciclando teorías médicas desacreditadas para imponer su agenda.

La situación pone en riesgo la salud pública al generar confusión entre las mujeres embarazadas y sus médicos. Mientras que profesionales de la medicina insisten en la seguridad del paracetamol, el gobierno estadounidense lanza mensajes contradictorios, alimentando el miedo colectivo y deslegitimando la evidencia científica.

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