Baile: el nuevo aliado efectivo contra la depresión

El baile supera otras actividades físicas como tratamiento para la depresión debido a su combinación única de movimiento, música y conexión social.

Un metaanálisis a gran escala publicado en The BMJ analizó 218 ensayos clínicos con más de 14.000 participantes, arrojando resultados reveladores sobre la efectividad de diferentes prácticas en el tratamiento de la depresión. Entre todas las actividades estudiadas, el baile se destacó como la opción que produjo los efectos más contundentes en la disminución de los síntomas depresivos.

Los participantes en programas de baile experimentaron una mejora significativamente mayor en sus estados de ánimo en comparación con aquellos que optaron por otras actividades como caminar, hacer yoga o entrenamiento de fuerza. Este hallazgo destaca la singular combinación del baile, que integra movimiento, música y conexión social, factores que, según los autores del estudio, potencian sus efectos positivos sobre el bienestar emocional.

El Lenguaje Corporal de las Emociones

Michael Noetel, profesor asociado en la Universidad de Queensland y autor principal del análisis, señaló: “Entre la actividad física, la interacción social y la presencia de música, no me sorprende que el baile haya mostrado tan buenos resultados”. Los investigadores, a pesar de los resultados prometedores, advierten que se requieren estudios a mayor escala para confirmar estos hallazgos. No obstante, los datos actuales posicionan al baile como una alternativa terapéutica complementaria en el tratamiento de la depresión.

La explicación de este fenómeno radica en cómo el baile impacta en el cerebro y la química corporal. La neurocientífica Julia F. Christensen, del Instituto Max Planck, describe al baile como “un lenguaje del cuerpo” que permite expresar emociones expresadas difíciles de verbalizar. Ansiar una melodía estimula la liberación de dopamina, el movimiento físico aumenta los niveles de endorfinas y bailar en grupo potencia la oxitocina, hormona clave en el vínculo social. Esta sinfonía neuroquímica mejora el estado de ánimo, fortalece los lazos sociales y contribuye a reducir el estrés.

La Conexión Social: Un Factor Clave

Christensen subraya que la clave del baile frente a otras actividades físicas reside en su dimensión expresiva: “En la terapia de movimiento, la reducción de la ansiedad y los síntomas depresivos se vincula a la capacidad de canalizar emociones a través de los gestos corporales”. La sincronía grupal, observada en estudios con electroencefalogramas, produce una “sincronía inter-cerebral”: una alineación de la actividad cerebral entre los participantes que favorece la confianza y la empatía. Moverse al unísono con otros puede diluir la percepción de los límites entre uno mismo y los demás, incrementando la sensación de pertenencia y apoyo mutuo.

Esta dimensión social resulta especialmente relevante para quienes padecen depresión, ya que la enfermedad suele afectar la expresividad facial, los gestos y la postura, mermando la conexión con el propio cuerpo y el entorno. “El cerebro humano necesita de otros humanos para mantenerse sano, tanto física como mentalmente”, afirma Christensen, según declaraciones recogidas por National Geographic.

Los programas y contextos donde el baile se convierte en terapia ofrecen una flexibilidad excepcional. Cada persona puede encontrar un estilo de movimiento adaptado a sus necesidades, recuperando el sentido de control y autonomía que la depresión suele arrebatar. El baile proporciona una vía para procesar emociones sin palabras, lo que lo convierte en una herramienta valiosa para quienes enfrentan dificultades en la terapia verbal. Esta alternativa terapéutica trasciende el ejercicio físico convencional, invitando a cada individuo a descubrir su propio ritmo y reconectar con su bienestar a través del movimiento.

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