Paracaidista se quita la vida tras saltar sin desplegar paracaídas

El mundo del paracaidismo quedó conmocionado por la trágica pérdida de Jade Damarell, una joven atleta de 32 años que falleció el 27 de abril tras un salto mortal desde 4.600 metros (15.500 pies). Si bien había completado más de 500 saltos a lo largo de su vida, incluyendo seis el día anterior a su muerte, en esta ocasión, algo salió terriblemente mal. La investigación judicial determinó que Jade tomó la difícil decisión de poner fin a su vida, optando por no activar su dispositivo de seguridad ni desplegar sus paracaídas, tanto el principal como el de reserva, que se encontraban en perfecto estado de funcionamiento.

Un Salto Fatal Sin Explicación

La forense adjunta, la Dra. Leslie Hamilton, durante la investigación realizada en el centro cívico de Cro, condado de Durham (norte de Inglaterra), señaló la gravedad de la situación. Según sus hallazgos, Jade decidió no usar su cámara y renunció a cualquier intento de desplegar sus paracaídas durante el descenso. La conclusión fue contundente: se trató de un suicidio. El inspector Andrew Stephenson, de la policía de Durham, corroboró esta afirmación al revelar que en el teléfono móvil de Jade se encontraron notas escritas a las 2:30 de la mañana dirigidas a su familia. En estas, pedía disculpas y agradecía su apoyo, además de brindar instrucciones sobre sus finanzas. La pantalla de bloqueo del dispositivo indicaba claramente: "revisa la carpeta de notas".

Los análisis toxicológicos realizados por los investigadores no detectaron signos de consumo de alcohol ni drogas en el organismo de Jade. Esta revelación añade otra capa de complejidad al trágico caso, dejando a sus seres queridos y al mundo del paracaidismo con más preguntas que respuestas.

Jade Damarell, nacida en Hong Kong y criada en Caerphilly, Gales, residía en un alojamiento para paracaidistas en Shotton, condado de Durham. Había estado casada con el abogado James Damarell, aunque posteriormente se divorciaron. En los últimos ocho meses, mantenía una relación con Ben Goodfellow. Su vida era una mezcla de logros deportivos y experiencias emocionantes, reflejando su espíritu aventurero.

La Asociación Británica de Paracaidismo confirmó que los equipos de Jade estaban en buenas condiciones y que en sus seis saltos del día anterior a su muerte todo funcionó correctamente. Esta información contrasta con la tragedia que se vivió el 27 de abril, dejando una profunda sensación de incertidumbre y dolor.

La Tristeza de un Amante del Paracaidismo

Bryn Chaffe, copropietario de Sky-High Skydiving, describió a Jade como alguien que disfrutaba plenamente de la vida. Relató haberla visto desayunando en la cafetería de la base antes del salto fatal, sin mostrar ningún signo de inquietud o anormalidad. Esta anécdota resalta la complejidad del caso, ya que no hay indicios evidentes que apunten hacia la decisión tomada por Jade.

El patólogo Dr. James Henry confirmó que Jade murió "inmediatamente" al impactar contra el suelo tras una caída libre de 60 segundos. La causa oficial fue un "traumatismo contundente". Su madre, Elisabeth Samuel, describió a Jade como alguien que vivió una vida llena de logros, aventuras, amabilidad, generosidad y libertad. Añadió que Jade sobresalió académicamente e inspiró a quienes la rodeaban.

La familia de Jade hizo un llamado a la comprensión de la salud mental, expresando su deseo de contribuir a una cultura donde esta problemática sea tratada con amabilidad y apoyo. Es importante que se brinde atención y recursos a aquellos que enfrentan dificultades emocionales, evitando el estigma y promoviendo la búsqueda de ayuda sin temor al juicio.

La muerte de Jade Damarell nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de cuidar nuestra salud mental. Su historia sirve como un llamado a la empatía, al apoyo mutuo y a la destigmatización de los problemas emocionales. Es esencial crear una sociedad donde las personas se sientan seguras para expresar sus dificultades y buscar la ayuda necesaria.