Comer dulce no aumenta las ganas de dulce: lo dice la ciencia

Comer más dulces no aumenta el deseo por lo dulce, según un estudio que sugiere que las preferencias por el sabor se mantienen incluso después de seis meses de dietas con diferente cantidad de alimentos dulces.

El gusto por lo dulce podría no estar determinado por la dieta, según los hallazgos de un nuevo ensayo controlado aleatorio de la Universidad de Wageningen (Países Bajos), que sugiere que comer más alimentos dulces no aumenta la preferencia por los sabores dulces. Los investigadores descubrieron que después de seis meses de dietas con distintas cantidades de alimentos dulces, la preferencia de los participantes del estudio por el dulzor seguía siendo la misma, sin importar cuántos alimentos dulces comieran.

Estudio sobre comer dulce

Para abordar esta brecha de investigación, los investigadores realizaron un estudio basado en un enfoque validado para medir las preferencias por el sabor dulce, utilizando alimentos y bebidas desarrollados específicamente para el ensayo y no administrados como parte de las dietas de intervención. El riguroso diseño siguió un protocolo prerregistrado y aprobado por ética, con estricto cumplimiento durante todo el ensayo. Los hallazgos se presentan en NUTRITION 2025 , la reunión anual insignia de la Sociedad Estadounidense de Nutrición que se celebrará del 31 de mayo al 3 de junio en Orlando (Estados Unidos).

Resultados Inesperados

Los resultados del estudio demuestran que el dulzor por sí solo no es el responsable del consumo excesivo de calorías. Aunque muchas personas creen que los alimentos dulces promueven una mayor ingesta de energía, este ensayo sugiere lo contrario. Sin cambios en peso se observaron en ningún grupo durante la intervención.

Se dividió a un grupo de 180 voluntarios en tres grupos: uno que recibía dietas con alimentos predominantemente dulces, otro con menos cantidad de alimentos dulces y un tercer grupo que consumía una combinación de ambos. Los participantes recibieron paquetes de comida y bebida cada dos semanas durante seis meses, lo que cubría aproximadamente la mitad de su alimentación diaria. Además, se les proporcionaron menús diarios como guía, pero podían consumir la cantidad que desearan de los alimentos proporcionados.

La clasificación de los alimentos según su dulzor se realizó utilizando datos de un estudio previo del equipo, que midió la intensidad del sabor en unos 500 alimentos holandeses de consumo habitual. Los productos dulces incluían mermelada, chocolate con leche, lácteos azucarados y bebidas azucaradas, mientras que los productos no dulces incluían jamón, queso, mantequilla de cacahuete, hummus, palomitas de maíz saladas y agua con gas.

Los investigadores descubrieron que una menor exposición a alimentos dulces no provocó cambios en las preferencias por el sabor dulce, ni en la percepción del mismo, ni en la elección de alimentos ni en la ingesta energética. De manera similar, el grupo que consumió más alimentos dulces no experimentó una mayor preferencia por estos alimentos. Tampoco encontraron asociación entre la cantidad de alimentos dulces consumidos y los cambios en el peso corporal ni en los biomarcadores de diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Tras la intervención, los participantes recuperaron de forma natural sus niveles basales de consumo de alimentos dulces en los seguimientos de 1 y 4 meses. "Este es uno de los primeros estudios que mide y ajusta el dulzor en toda la dieta dentro de un rango realista de lo que las personas realmente consumen", insiste de Graaf. Esto es importante porque algunas personas evitan los alimentos dulces, creyendo que la exposición regular aumentará su preferencia por el dulzor; sin embargo, nuestros resultados demuestran que no es así".

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