
Descubre los hechos increíbles del primer Parque Nacional de México
El Desierto de los Leones, primer Parque Nacional de México, alberga un bosque de coníferas, antigua ermita y manantiales, siendo un espacio para la naturaleza y las actividades culturales.

El Parque Nacional Desierto de los Leones, ubicado en la vibrante Ciudad de México, no solo es un oasis de tranquilidad en el corazón de la urbe, sino que también alberga una rica historia y un sinfín de maravillas naturales que lo convierten en un destino imperdible para los amantes del turismo y la exploración.
Este bosque de coníferas, hogar de una asombrosa diversidad de especies flora y fauna, fue designado como el primer Parque Nacional de México hace más de un siglo, consolidándose así como un lugar de gran importancia ecológica y cultural. Su historia se entrelaza con la propia narrativa del país, albergando vestigios de antiguas civilizaciones y testimonios de su evolución a lo largo del tiempo.
Parque Nacional de México, un Legado Histórico
Antes de convertirse en el santuario natural que conocemos hoy, el Desierto de los Leones ya era considerado un lugar especial. Los antiguos habitantes le otorgaban un significado profundo, reflejado en su nombre original: "el Desierto de nuestra señora del Carmen en los montes de Santa Fe". La denominación "desierto" no se refería a su geografía árida, sino al escaso asentamiento humano que caracterizaba la zona. Sin embargo, este lugar era rico en manantiales de agua potable que abastecían a la Ciudad de México, lo que llevó al gobierno a protegerlo desde 1786.
En el siglo XIX, Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de México, reconoció la importancia de los recursos naturales del área y declaró los montes como zona de reserva forestal e interés público. Posteriormente, el investigador Miguel Ángel de Quevedo luchó por la protección de las cuencas hídricas y el establecimiento de Parques Nacionales y Reservas Forestales. Finalmente, en 1917, Venustiano Carranza firmó la decreto que oficializó al Desierto de los Leones como el primer Parque Nacional del país.
Con sus 1529 hectáreas, este santuario natural alberga una asombrosa variedad de especies vegetales e animales. El bosque de coníferas, dominado por pinos llorones, encinos jarrillos y sauces, ofrece un refugio a una gran cantidad de aves migratorias, entre ellas al menos 94 especies distintas. También se pueden encontrar mamíferos endémicos, como el zumbador mexicano, el ratón de meseta y el mapache de las islas Marías.
El Desierto de los Leones no solo es un importante centro de biodiversidad, sino que también juega un papel crucial en la protección del medio ambiente. Favorece la retención de la humedad, la recarga del acuífero, previene la erosión y contribuye a mejorar la calidad del aire.
El Parque Nacional Desierto de los Leones ofrece una experiencia única para visitantes de todas las edades e intereses. Los amantes de la historia pueden explorar el antiguo convento con sus capillas, ermitas y construcciones que cuentan un pasado lleno de significado. Los entusiastas del turismo natural pueden recorrer senderos boscosos, disfrutar de vistas panorámicas hacia Santa Fe y los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, o simplemente relajarse junto a los arroyos.
Además, el parque alberga actividades especiales como exposiciones de arte, conciertos musicales, obras de teatro, seminarios, festivales y ferias, convirtiéndose así en un espacio dinámico y vibrante que combina la naturaleza con la cultura.
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