
Desmontando mitos: ¿Es la yema del huevo realmente peligrosa para el corazón?
El consumo moderado de huevos, incluyendo su yema, no tiene un impacto negativo en la salud cardiovascular, contrarrestando los mitos sobre su alto contenido de colesterol.

Durante décadas, la yema del huevo ha sido objeto de controversia, señalada como responsable de enfermedades cardíacas. Sin embargo, la ciencia revela una realidad mucho más compleja, desmontando mitos y brindando una perspectiva nutricional más precisa sobre este alimento.
La creencia popular asociaba el colesterol presente en la yema con un mayor riesgo cardiovascular, llevando a campañas que promovían su consumo limitado. Esta percepción se consolidó en la década de los 70, cuando se estableció una conexión aparente entre el colesterol dietético y las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, investigaciones recientes, como estudios a largo plazo realizados por instituciones de renombre como la Facultad de Medicina de Harvard, han demostrado que el colesterol dietético no es el principal determinante del colesterol en sangre.
El papel del hígado en la producción de colesterol
Nuestro hígado, en realidad, produce la mayor parte del colesterol que circula en nuestro cuerpo. Esta producción se ve más influenciada por las grasas saturadas y trans, presentes en muchos alimentos ultraprocesados, que por el colesterol proveniente de los alimentos como el huevo.
Contrarrestando la narrativa negativa alrededor de la yema, estudios demuestran que un huevo grande contiene solo 1.5 gramos de grasa saturada, pero se enriquece con nutrientes esenciales. La luteína y la zeaxantina, presentes en la yema, son beneficiosas para la vista; la colina juega un papel crucial en el cerebro y el sistema nervioso; y las vitaminas A, B y D contribuyen a una variedad de funciones corporales.
Además de su contenido proteico, con aproximadamente 6 gramos por solo 72 calorías, la yema también aporta un conjunto valioso de nutrientes. Incluso en personas sensibles al colesterol alimentario, los estudios demuestran que el consumo de huevos puede aumentar tanto el colesterol “malo” (LDL) como el “bueno” (HDL) de manera equilibrada, sin elevar el riesgo cardiovascular general.
El famoso Estudio del Corazón de Framingham, uno de los más grandes en su tipo, no encontró una relación directa entre comer huevos y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas. Esta evidencia científica contradice las afirmaciones que han rodeado a la yema durante décadas.
Más allá del huevo: la influencia de los alimentos ultraprocesados
La razón por la cual seguimos asociando al huevo con el riesgo cardiovascular podría radicar en la facilidad de señalar un solo alimento natural en lugar de analizar los verdaderos culpables detrás del aumento global de enfermedades cardíacas. Los alimentos ultraprocesados, cargados de azúcares añadidos, aceites refinados y carbohidratos altamente procesados, tienen un impacto directo sobre el metabolismo, la obesidad, la diabetes tipo 2 y, por ende, el corazón.
En lugar de demonizar la yema, es crucial comprender su valor nutricional y consumirla en contextos saludables. La ciencia respalda que un huevo al día es seguro y nutritivo para la mayoría de las personas. El verdadero desafío reside en considerar todos los elementos que acompañan al huevo en nuestro plato.
Es importante evaluar la calidad de los demás alimentos consumidos junto con el huevo, ya que ingredientes como la mantequilla, el tocino, las salchichas, las croquetas o los muffins pueden elevar el colesterol de manera más significativa que la yema misma. Acompañarlos con pan blanco o papas fritas solo empeora la situación.
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