
El instinto en los animales: más complejo de lo que parece
El texto explora el concepto de instinto en animales, usando como ejemplo a las crías de elefante, donde se observa una gran variación en su comportamiento desde el nacimiento.

El comportamiento animal siempre ha fascinado a los científicos, quienes buscan comprender las complejas interacciones entre factores genéticos, biológicos y ambientales que dan forma a sus acciones. Un ejemplo fascinante se encuentra en el Parque Nacional de Amboseli (Kenia), donde durante la década de 1980, la investigadora Cynthia Moss observó comportamientos distintos en dos nacimientos de elefantes.
Instinto animal, Dos escenarios contrastantes
Una cría de elefante parecía demasiado débil para incorporarse, cuatro horas después de su nacimiento. Su madre, Tallulah, una primeriza de 17 años, junto a otras dos hembras del grupo familiar, Tara y Cynthia Moss misma, observaban la escena con preocupación. Este escenario contrastaba fuertemente con el nacimiento de Deborah, una matriarca de 47 años, quien dio a luz con calma y seguridad, guiando a su cría con delicadeza en sus primeros pasos.
La mortalidad temprana
Lamentablemente, no todos los nacimientos tienen un final feliz. La cría de Tallulah falleció al cabo de un mes, lo que ilustra la alta mortalidad entre los primeros hijos de muchos primates, que puede ser hasta un 60% más alta que la de sus hermanos posteriores. Este fenómeno nos lleva a reflexionar sobre el concepto de "instinto", un término paraguas que abarca ciertos comportamientos aparentemente innatos, como la huida ante un peligro o la sonrisa de un bebé ciego.
Cuando hablamos del comportamiento animal, especialmente en relación con la cría, es fundamental considerar el instinto maternal. Este conjunto de acciones y reacciones instintivas está profundamente arraigado en la genética de las hembras, impulsándolas a proteger, alimentar y cuidar de sus hijos. Aunque existen variaciones en la intensidad y expresión del instinto maternal entre especies, su presencia es una constante en el reino animal.
Más allá del instinto: una red de procesos
Sin embargo, la línea que separa lo innato de lo aprendido es difusa. El comportamiento de un individuo surge de una compleja red de procesos que interactúan entre sí. Los genes juegan un papel fundamental, pero no determinan por completo los rasgos. Los instintos no son programas cerrados, sino que se desarrollan a través de una interacción dinámica de factores físicos, biológicos y ambientales. Esta interconexión implica que la experiencia y las influencias ambientales también moldean el comportamiento.
En algunos casos, la predisposición a aprender es tan fuerte que parece que los animales nacen sabiendo. Este gradiente de aprendizaje se ve influenciado por la complejidad del sistema nervioso. Los animales con sistemas nerviosos más complejos, como elefantes, primates y humanos, poseen mayor flexibilidad y capacidad de adaptación en su comportamiento. Comprender esta complejidad nos lleva a cuestionar etiquetas simplistas como "instintivo" y a explorar las intrincadas redes que dan forma a nuestra naturaleza.
En definitiva, el estudio del comportamiento animal nos invita a apreciar la riqueza y diversidad de estrategias evolutivas que han permitido la supervivencia de las especies. Desde los instintos más básicos hasta la compleja interacción con el entorno, cada acción es resultado de una historia evolutiva y un delicado equilibrio entre lo innato y lo aprendido.
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