
El misterio de la combustión espontánea humana: ¿Mito o realidad?
La combustión espontánea humana se basa en el efecto mecha, donde la grasa corporal actúa como combustible y la ropa como mecha, iniciada por una pequeña chispa.

A lo largo de la historia, se han presentado casos fascinantes y desconcertantes que han desafiado la comprensión científica convencional. En estos relatos, las víctimas, a menudo mayores con un historial de consumo de alcohol, eran encontradas calcinadas en sus hogares sin evidencias obvias de fuego externo. Estas circunstancias llevaron a la especulación sobre una posible combustión espontánea, un fenómeno que parecía desafiar las leyes físicas conocidas.
Misterios del Pasado: La Llamada Sin Fuego
Los informes históricos describían con frecuencia a víctimas mayores, con sobrepeso y antecedentes de consumo de alcohol, encontradas calcinadas en sus hogares sin signos evidentes de fuego en la estancia. Estos elementos reforzaron la narrativa de una supuesta combustión interna, sin necesidad de fuente externa de ignición. Curiosamente, todos ellos se encontraban solos en el momento de producirse el suceso.
¿Combustión Espontánea en Humanos? Una Investigación Forense
Según los expertos, no existe ninguna prueba sólida de que el cuerpo humano pueda prenderse fuego sin intervención externa. Roger Byard, patólogo forense de la Universidad de Adelaida, afirmó al medio Popular Science: "Si las personas pudieran arder de forma espontánea, lo habríamos presenciado en lugares públicos". Es más, reflexiona acerca de por qué este supuesto fenómeno solo se da en humanos y no en el resto de animales.
El Efecto Mecha: Una Explicación Verosímil
La explicación más verosímil, respaldada por investigaciones forenses, se encuentra en lo que se conoce como efecto mecha. En este proceso, la grasa corporal actúa como combustible, mientras que la ropa o mantas hacen las veces de mecha, manteniendo la combustión de forma lenta pero intensa. Una simple chispa o brasa puede ser el desencadenante.
Esta hipótesis se vio reforzada por un experimento llevado a cabo en 1998. En él, se prendió fuego a un cerdo envuelto en mantas, simulando las condiciones descritas en casos reales. El resultado fue alarmantemente similar: el cuerpo fue consumido desde el interior, mientras el entorno apenas se vio afectado.
“El factor que falta para que otros animales pudieran sufrir combustión espontánea es que ellos no acostumbran a taparse con mantas, beber whisky y fumar”, añadió Byar con un toque de humor. Conviene recordar que, a lo largo del siglo XIX, hubo científicos que achacaron este fenómeno a la cetosis, a los gases intestinales e, incluso, a la electricidad estática.
A lo largo del siglo XX y de lo que llevamos de siglo XXI, el número de casos de combustión espontánea se redujo progresivamente hasta llegar casi a cero. La excepción sucedió en 2011, cuando un hombre de 76 años hallado muerto en su domicilio en Galway, Irlanda, en 2010. Su cuerpo apareció quemado junto a una chimenea encendida, sin señales de acelerantes ni daños en el mobiliario cercano. El forense, sin hallar una causa clara, apuntó a la combustión espontánea como explicación oficial.
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