
Incendios forestales: África más afectada a pesar de menor superficie quemada
A pesar de que la superficie afectada por incendios disminuye, más personas están siendo afectadas por ellos debido a la expansión humana hacia áreas de alto riesgo en África.

El escenario africano, un mosaico de sabanas quemadas y aldeas desafiando la espesa humareda, alberga una paradoja preocupante: mientras los incendios forestales consumen menos territorio que en el pasado, un número cada vez mayor de personas se encuentran expuestas a sus devastadoras consecuencias. Este hallazgo alarmantes surge de un estudio publicado en la prestigiosa revista Science, elaborado por investigadores de la Universidad de California, Irvine, en colaboración con instituciones internacionales.
Incendios forestales, una Paradoja Alarmante
El análisis, que abarca el periodo entre 2002 y 2021, revela una disminución del 26% en la superficie global afectada por incendios. Sin embargo, durante el mismo período, el número de personas expuestas a estos eventos aumentó casi un 40%, alcanzando más de 440 millones. Esta cifra representa un grupo poblacional casi igual al de toda la Unión Europea, poniendo de manifiesto la magnitud del problema.
Si bien los grandes incendios que azotan California, Australia o Canadá acaparan titulares, el estudio indica que el 85% de la exposición humana a incendios forestales ocurre en África, particularmente en el centro del continente. Países como Angola, Mozambique y Sudán del Sur, con sistemas de monitoreo menos desarrollados y menor cobertura mediática, concentran la mitad de la exposición global. En contraste, Estados Unidos, Europa y Australia, combinados, apenas representan el 2,5%.
Este cambio en la exposición humana al fuego no se atribuye a un incremento en la frecuencia de incendios, sino a una transformación silenciosa: la expansión de las poblaciones hacia áreas de alto riesgo. Según datos del World Resources Institute, en las últimas tres décadas, millones de personas se han trasladado a zonas rurales o de interfaz urbano-forestal (WUI), donde los límites entre lo urbano y lo silvestre se difuminan, multiplicando el riesgo.
Sin embargo, el aumento de la exposición no es el único indicio de alarma. Existe otra amenaza menos visible, pero igualmente letal: la creciente intensidad del fuego. El estudio relaciona este fenómeno con el agravamiento del llamado "fire weather" (condiciones meteorológicas propicias para incendios), impulsado por el cambio climático. Según el IPCC, la duración y frecuencia de estas condiciones extremas han aumentado más del 50% en las últimas cuatro décadas.
En lugares como California, los datos son especialmente contundentes. A pesar de que el estado representa solo el 15% del área quemada en EE.UU., concentra el 72% de todas las exposiciones humanas. Las condiciones que facilitan incendios de gran impacto (altas temperaturas, baja humedad, vientos intensos) se han cuadruplicado entre 1990 y 2022. Este aumento se combina con décadas de políticas de supresión total del fuego, lo que ha generado un combustible acumulado y vulnerable.
En contraste, Europa experimenta una tendencia opuesta: la migración desde zonas rurales hacia centros urbanos ha alejado a millones de personas de los entornos naturales donde el fuego suele propagarse. Esto sugiere que las dinámicas poblacionales juegan un papel tan crucial como el clima o el uso del suelo.
Además, según un análisis del Global Fire Emissions Database (GFED), la mayoría de los incendios en África no son completamente "naturales": más del 70% se deben a actividades humanas como la quema para pastoreo, agricultura o limpieza de terrenos. Lo paradójico es que estas prácticas, tradicionales y sostenidas por generaciones, ahora resultan mucho más peligrosas en un contexto de clima extremo y densificación poblacional. Es aquí donde surge el concepto de incendios provocados por el ser humano como una parte integral del problema.
Una Nueva Era de Incendios
Ante este panorama, la respuesta no puede limitarse a combatir el fuego una vez que aparece. El estudio recomienda medidas preventivas urgentes: desde quemas prescritas bien gestionadas, educación comunitaria, infraestructura adaptativa y zonificación urbana inteligente, hasta el fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana en países del sur global, donde la exposición es alta y los recursos, escasos.
"Los incendios están cambiando: son más intensos, más destructivos y más cercanos. No porque el mundo arda más, sino porque estamos viviendo donde el fuego siempre ha estado. Y ahora, el fuego responde," advierte Matthew Jones, investigador de la Universidad de East Anglia y coautor del estudio.
Nos enfrentamos a una amenaza que no crece en extensión, sino en cercanía. No se trata solo de evitar que el fuego avance, sino de cuestionar por qué nosotros decidimos caminar hacia él. Es necesario adoptar un enfoque más proactivo, reconociendo la interconexión entre nuestras acciones y el impacto en los ecosistemas, especialmente en un contexto marcado por el cambio climático.
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