La ciencia del aprendizaje: ¿Por qué seguimos enseñando de manera ineficaz?

La educación actual se basa en métodos obsoletos, ignorando las investigaciones científicas sobre el aprendizaje humano.

Si alguien del siglo XIX nos visitara hoy, probablemente lo que más reconocería sería una escuela y la forma en que enseñamos. La ciencia cognitiva nació en 1885 con el trabajo del psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus, quien explicó por qué olvidamos gran parte de lo que se nos enseña en la escuela y cómo contrarrestar esta “curva del olvido”. A lo largo del último siglo, esta disciplina ha florecido (en academia), logrando avances significativos en la comprensión científica de cómo aprenden los seres humanos y generando un sólido cuerpo de evidencia sobre cómo optimizar la enseñanza y el aprendizaje. El aprendizaje es, ante todo, un proceso cognitivo. Sin embargo, los expertos en ciencias cognitivas siguen operando al margen del sistema educativo —incluyendo la formación docente, el liderazgo escolar y los procesos de transformación educativa.

Lamentablemente, los sistemas educativos —incluidos los de América Latina— continúan enseñando como si este conocimiento no existiera. Esta desconexión entre la ciencia del aprendizaje y las prácticas en el aula constituye uno de los obstáculos más graves para mejorar la calidad educativa y promover el desarrollo socioeconómico en la región.

Desafíos en la educación contemporánea

Los educadores siguen aplicando enfoques guiados más por la intuición o la tradición que por la evidencia. Esta falta de alineación entre la práctica docente y los descubrimientos de la ciencia cognitiva genera un obstáculo significativo para el desarrollo educativo efectivo.

La investigación realizada por COGx entre el 2023 y 2024 reveló que más del 93% de los docentes tienen conceptos erróneos o creen en mitos sobre cómo aprenden los estudiantes, mientras que menos del 2% puede explicar las habilidades cognitivas que sus alumnos necesitan para aprender. Esta desconexión no solo impide la inclusión con personalización efectiva, pero también fomenta la inatención, desmotivación y desinterés por aprender de los estudiantes.

Una investigación similar llevada a cabo por ERIC (Education Resources Information Center) coincide en estas dificultades, señalando la necesidad urgente de reconocer la importancia de la ciencia cognitiva en la educación. Se requiere un cambio hacia una docencia basada en evidencia, capacitando a los docentes en principios del aprendizaje y asegurando que planes de estudio, metodologías y evaluaciones estén alineados con lo que se sabe sobre cómo aprenden las personas.

Para revertir esta situación, es fundamental transformar la formación docente inicial y continua. Las universidades y centros de formación deben preparar a los futuros maestros para aplicar prácticas pedagógicas basadas en evidencia científica y brindarles oportunidades constantes de actualización. Fomentar comunidades profesionales de aprendizaje, donde los docentes puedan reflexionar, observarse mutuamente, compartir prácticas y construir una cultura colaborativa de mejora continua, también es esencial.

Incorporar estas ideas exige replantear cómo se prepara, apoya y retiene a los docentes. Los distritos escolares deben invertir en desarrollo profesional que integre modelos de aprendizaje holísticos, que consideren el papel de la cognición, el comportamiento y las emociones en el aprendizaje (basados en evidencia) y que promuevan una alfabetización evaluativa sólida.

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