
Megatsunamis en Groenlandia explican pulsos sísmicos globales
Megatsunamis en Groenlandia causaron pulsos sísmicos globales detectables cada 90 segundos durante septiembre y octubre de 2023.

En septiembre de 2023, la Tierra experimentó un fenómeno inusual: una serie de pulsos sísmicos globales que desconcertaban a la comunidad científica. Estos impulsos, casi imperceptibles pero constantes, se registraban cada 90 segundos durante nueve días consecutivos. La señal desafía los modelos sísmicos tradicionales y no mostraba relación con terremotos, explosiones o actividad volcánica conocida.
Un mes después, la vibración se repitió, aunque con menor duración. Tras una investigación exhaustiva, los científicos identificaron la causa: dos megatsunamis de hasta 200 metros de altura en el Dickson Fjord, un fiordo remoto del noreste de Groenlandia. El hallazgo, publicado en Nature Communications, vincula el cambio climático con la aparición de estos fenómenos extremos y subraya la importancia de la tecnología satelital para la vigilancia planetaria.
La búsqueda del origen de las vibraciones globales
Durante septiembre, sismógrafos en todo el mundo registraron una señal de baja frecuencia que recorría el planeta cada minuto y medio. Esta vibración regular y persistente duró nueve días, desconcertando a los geofísicos. En octubre volvió a presentarse, aunque con menor duración. Se descartaron rápidamente causas conocidas como terremotos, explosiones, pruebas nucleares o actividad volcánica, ya que la señal desafiaba todos los modelos sísmicos tradicionales.
Los primeros análisis eliminaron hipótesis asociadas con fenómenos geológicos convencionales. Tampoco hubo reportes de actividad inusual en las regiones monitoreadas por sensores terrestres ni observaciones de personal militar en la región ártica. La señal sísmica persistía, sin indicios claros de su origen, lo que llevó a los investigadores a explorar nuevas rutas.
El hallazgo: megatsunamis en el Dickson Fjord
La clave surgió al integrar datos de satélites, análisis sísmicos y modelos numéricos. El estudio determinó que las vibraciones se originaron en el Dickson Fjord, un fiordo estrecho en Groenlandia. El 16 de septiembre y el 11 de octubre, el colapso de dos grandes masas de hielo y roca, provocado por el adelgazamiento de un glaciar, generó megatsunamis de hasta 200 metros. Estos tsunamis quedaron atrapados dentro del fiordo por su geometría cerrada, generando una oscilación prolongada conocida como seiche, que provocó impactos constantes contra las paredes del fiordo durante varios días. Cada choque generó ondas sísmicas que se propagaron por la corteza terrestre, alcanzando sensores a nivel global.
La confirmación definitiva vino gracias al satélite SWOT (Surface Water and Ocean Topography), lanzado en diciembre de 2022 por NASA y CNES. SWOT puede medir niveles de agua en franjas de hasta 50 kilómetros, a diferencia de otros satélites que solo lo hacen en línea recta. Estos datos revelaron pendientes alternantes dentro del fiordo, en sincronía con la señal sísmica. Esta “firma inconfundible” del seiche confirmó el origen del fenómeno en el Dickson Fjord.
El estudio enfatiza que estos eventos no habrían ocurrido sin la combinación de derretimiento glaciar acelerado, condiciones geográficas específicas y deslizamientos de gran magnitud. Los científicos advierten que el calentamiento global podría favorecer más episodios de este tipo. El caso del Dickson Fjord representa una “nueva clase de extremos” que escapan a los modelos tradicionales y generan desafíos inéditos para la gestión del riesgo.
La investigación remarca la importancia de la vigilancia satelital, especialmente en áreas remotas como el Ártico, donde no hay sensores terrestres suficientes. El medio plantea interrogantes sobre cuántos otros fenómenos similares pueden estar ocurriendo sin ser detectados, y si el mundo está preparado para anticiparlos. El caso del Dickson Fjord nos recuerda que las olas del cambio climático pueden manifestarse de maneras inesperadas y desafiantes, necesitando una mayor comprensión y vigilancia para poder adaptarnos a los nuevos desafíos.
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