¿Por qué las mujeres sienten más frío? Estudio revela la diferencia física con los hombres

Las mujeres perciben el frío de forma diferente a los hombres debido a factores fisiológicos y hormonales, lo que afecta su comodidad en espacios climatizados.

El confort térmico es un aspecto fundamental para el bienestar humano, pero las experiencias térmicas pueden variar significativamente entre hombres y mujeres debido a diferencias fisiológicas y hormonales. Un estudio reciente ha profundizado en estas variaciones, arrojando luz sobre cómo la percepción del frío y el calor se ve afectada por factores biológicos únicos en cada sexo.

Las Complejas Diferencias en la Percepción del Frío

El estudio, el más amplio de su tipo, revela que las mujeres suelen percibir temperaturas más frías en comparación con los hombres, incluso en ambientes neutros. Esta diferencia se atribuye a una serie de factores fisiológicos. Las mujeres tienden a tener una menor masa muscular y un mayor porcentaje de grasa corporal, lo que reduce la capacidad de generar calor internamente.

Además, su tasa metabólica es más baja y tienen un volumen sanguíneo reducido, lo que dificulta la conservación del calor. Estas características provocan que las temperaturas en la piel de las mujeres, especialmente en las extremidades, sean notablemente más bajas que en los hombres. A nivel interno, la temperatura corporal central suele ser más alta en las mujeres.

Influencia Hormonal en la Percepción Térmica

Los cambios hormonales también juegan un papel significativo en la percepción térmica de las mujeres. Durante la segunda mitad del ciclo menstrual, la progesterona aumenta la temperatura interna del cuerpo hasta 0.8 ℃, lo que puede modificar cómo se percibe el frío. De manera similar, durante el embarazo, especialmente al principio, tanto la temperatura central como la de la piel aumentan, alterando la sensación térmica.

Estas variaciones explican por qué cada mujer puede reaccionar de forma diferente frente a los cambios de temperatura. Es crucial tener en cuenta estos factores hormonales y fisiológicos femeninos a la hora de diseñar y regular la climatización de los espacios interiores.

Los estándares de confort térmico actuales se basan en modelos que consideran al hombre promedio, sin tener en cuenta las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres. Esta situación lleva a que, en espacios compartidos, las mujeres experimenten con mayor frecuencia molestias térmicas, requieran modificar la climatización con más frecuencia e incluso incremente el consumo energético.

Además de las características biológicas, factores individuales como el índice de masa corporal, la genética y la aclimatación a ciertas temperaturas también pueden influir en la percepción del frío y del calor. Es necesario investigar a profundidad cómo estos elementos afectan la experiencia térmica de cada grupo poblacional para poder diseñar y gestionar espacios donde el confort, la salud y la eficiencia energética sean realmente accesibles para todos.

Adaptar los sistemas de climatización y los estándares de confort a la diversidad fisiológica y hormonal contribuiría a mejorar el bienestar, optimizar el uso de la energía y avanzar hacia ambientes interiores más justos desde la perspectiva del confort. Comprender estas diferencias y cómo influyen cambios en la percepción térmica es fundamental para crear entornos habitables que respeten las necesidades individuales de cada persona.

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