
¿Por qué mimamos a nuestros perros? La ciencia lo explica en 40,000 años de evolución
El profundo vínculo entre humanos y perros, fruto de 40,000 años de evolución compartida, genera un lazo emocional similar al que sentimos por nuestros hijos.

La relación entre los humanos y los perros es una historia milenaria que se remonta a hace más de 40,000 años, un periodo en el cual ambos seres han compartido una evolución profunda, creando un vínculo tan fuerte como el que sentimos por nuestros hijos. Este Día Mundial del Perro, la ciencia nos permite comprender mejor este lazo único.
Humanos y perros: un vínculo que trasciende lo físico
El artículo publicado por National Geographic, respaldado por estudios científicos en PLOS ONE, confirma que la conexión entre humanos y perros no es una simple tendencia moderna, sino el resultado de miles de años de coevolución. La domesticación de los perros ha moldeado nuestras emociones tanto como las de ellos, dando lugar a una amistad profundamente emocional.
Esta historia comenzó hace unos 40,000 años cuando lobos más dóciles se acercaron a los campamentos humanos en busca de alimento. Los humanos, en lugar de asustarse, comenzaron a convivir con ellos, marcando el inicio de una relación única en la historia evolutiva. Con el tiempo, estos animales dejaron de ser simplemente útiles y se transformaron en compañeros, cambiando su apariencia, comportamiento y forma de comunicarse para adaptarse a nuestras emociones. Los que mejor comprendían a los humanos sobrevivían y se reproducían, dando origen al perro tal como lo conocemos hoy.
La capacidad de los perros para leer nuestras emociones no es un accidente. Han desarrollado la habilidad de interpretar nuestro lenguaje corporal, gestos e incluso estados de ánimo. ¿Alguna vez has notado cómo tu perro se acurruca a tu lado cuando estás triste? No es coincidencia; es una demostración del profundo vínculo que comparten con nosotros.
Oxitocina y el fenómeno de los "perrhijos"
La ciencia ha demostrado que al mirar a los ojos de tu perro, tu cuerpo libera oxitocina, la misma hormona que se activa en el vínculo entre madres e hijos. Este proceso no solo ocurre en los humanos, también se activa en el perro, creando una conexión emocional y química profunda entre ambos. El estudio revela que las áreas cerebrales que se encienden al ver a nuestros perros son similares a las que se activan al ver a nuestros hijos. Para nuestro cerebro, esa criatura peluda con cola es parte de la familia, sin lugar a dudas.
La evolución del amor: Perros como familia
En la actualidad, muchos perros tienen seguros médicos, mochilas, cochecitos e incluso cuentas en Instagram. Aunque pueda parecer exagerado, esta forma de amor tiene raíces profundas: cuidar a quien te cuida fue —y sigue siendo— una estrategia evolutiva ganadora. Ellos nos brindaban compañía, seguridad y ayuda para cazar; nosotros les proporcionábamos hogar.
Sin darnos cuenta, terminamos haciéndoles camas más cómodas que las nuestras, hablándoles como bebés y celebrando sus cumpleaños. ¿Una locura moderna? Para nada. Es el resultado de 40,000 años de evolución conjunta, de un vínculo tan fuerte que nos cambió el cerebro, convirtiendo a los perros en miembros inseparables de nuestras familias.
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