
¿Sienten dolor las cucarachas? La ciencia responde
Aunque a menudo ignoramos a los insectos o los exterminamos, debemos tratarlos con respeto por su importancia ecológica.

Desde tiempos inmemoriales, los insectos han compartido nuestro espacio. Se deslizan por nuestras cocinas, se cuelan por grietas y zumban en las noches cálidas. Durante décadas los hemos considerado seres simples, carentes de emociones y sufrimiento. Sin embargo, algo está cambiando en nuestra percepción de estos pequeños habitantes del planeta.
¿Pueden los insectos sentir dolor?
Una investigación impulsada por el gobierno británico reunió a científicos para responder a esta interrogante. Se diseñaron ocho criterios que miden si un ser vivo experimenta sufrimiento, y entre las especies analizadas, moscas, cucarachas y termitas mostraron respuestas claras. Aunque no emiten sonidos que podamos interpretar como dolorosos, su comportamiento revela otra realidad. Evitan estímulos dañinos, se alejan de lo tóxico, recuerdan dónde hay peligro. Estas acciones demuestran que poseen estructuras que les permiten reaccionar, decidir y sobrellevar la adversidad para garantizar su supervivencia.
El valor insospechado de los insectos
Para Angélica Mendoza Estrada, profesora de la UNAM, no es necesario una prueba definitiva para comprender el sufrimiento de los insectos. Afirma: "No necesito una evidencia científica para tratarlos bien". Porque ellos, invisibles para muchos, sostienen el equilibrio del mundo. Los insectos juegan un papel fundamental en el ecosistema. Polinizan, limpian, descomponen y fertilizan. Sin ellos, el planeta simplemente no funcionaría.
Sin embargo, los tememos, los ignoramos y los exterminamos sin pensar. Invadimos su espacio, olvidándonos de que también tienen derecho a vivir en armonía. El cambio podría empezar en lo más sencillo: mirar a la abeja atrapada en el agua, a la hormiga cruzando la acera. Y pensar que algo, aunque no lo entendamos del todo, está sintiendo. Es necesario reflexionar sobre nuestra relación con los insectos y comprender que su bienestar afecta directamente al equilibrio del ecosistema. Cada pequeño ser, incluso aquellos que parecen insignificantes, juega un papel vital en el delicado tejido de la vida.
Reconocer el dolor insecto como una realidad biológica es fundamental para promover una coexistencia más armoniosa con estos seres. La sobrevida de las especies depende del equilibrio del ecosistema, y este equilibrio se ve afectado por nuestra relación con los insectos. Si queremos un planeta saludable, debemos empezar por comprender y respetar a todas sus criaturas, incluso a las más pequeñas.
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