Zapatos: ¿Transportadores silenciosos de bacterias? Descubre el riesgo real para tu salud

Los zapatos pueden transportar bacterias potencialmente peligrosas como E. coli y C. difficile, pero el riesgo para personas sanas es mínimo.

El calzado, al estar en constante contacto con el entorno, actúa como un imán para microorganismos, incluyendo agentes potencialmente patógenos. Aunque la mayoría de estas bacterias son inofensivas para personas sanas, es importante conocer los riesgos que pueden representar, especialmente para grupos vulnerables.

Zapatos: una ventana al mundo microbial

Investigaciones recientes han demostrado que las suelas de los zapatos pueden albergar una gran variedad de microorganismos. Un estudio publicado en la revista Anaerobe encontró que hasta el 96% de las suelas analizadas contenían Escherichia coli, una bacteria fecal que puede causar diarrea, infecciones urinarias e incluso meningitis. Otros estudios han hallado la presencia de Staphylococcus aureus, relacionado con infecciones resistentes a antibióticos, y Clostridium difficile, una bacteria vinculada a problemas intestinales severos.

Riesgos para la salud

A pesar de estos hallazgos, los expertos coinciden en que para la población sana el riesgo de enfermedad es mínimo. El peligro es mayor para personas inmunodeprimidas o pacientes recién hospitalizados, quienes podrían ser más susceptibles a infecciones por estos microorganismos. "Para un adulto sano, no es ningún problema", señala Sexton.

Prevención y medidas básicas de higiene

Aunque las bacterias del suelo podrían mezclarse con vapor de agua y llegar al aire, la exposición directa en adultos sin condiciones médicas no representa motivo de alarma. Sin embargo, para quienes deseen evitar riesgos zapatos o tomar precauciones adicionales, los expertos sugieren dejar los zapatos en la entrada, limpiarlos regularmente con toallitas desinfectantes o una mezcla de vinagre blanco y agua aplicada con paño. Además, se puede utilizar sprays con clorhexidina o alcohol isopropílico si hay personas vulnerables en casa.

Colocar un felpudo afuera y una alfombra absorbente adentro, sacudiéndolos y aspirándolos con frecuencia, también es una buena medida preventiva. Sexton concluye que no hay necesidad de obsesionarse, pero sí conviene adoptar buenas prácticas básicas de higiene para minimizar el riesgo mínimo de infección.

Implementar sencillas medidas como estas puede ayudar a mantener un entorno más saludable en el hogar, especialmente para aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos o familias con bebés. Recordar que la práctica de higiene básicas es fundamental para proteger nuestra salud y bienestar.

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