
Causas y prevención del hígado graso: un problema de salud en aumento a nivel global
El hígado graso afecta al 25% de la población mundial. Puede ser causado por el alcohol o no. Cambios en la dieta y ejercicio son recomendados.

El hígado graso: una preocupación global, una enfermedad que, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, afecta al 25% de la población mundial, lo que representa un problema de salud significativo.
Tipos de hígado graso
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de EU, existen dos tipos de hígado graso: el primero está relacionado directamente con el consumo de alcohol y se denomina "enfermedad del hígado graso por alcohol". El segundo tipo, por otro lado, presenta la acumulación de grasa en el hígado sin relación con la ingesta de bebidas alcohólicas. La enfermedad del hígado graso por alcohol se produce como resultado del consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Según Medline Plus, el hígado es responsable de descomponer la mayor parte del alcohol consumido, lo que puede dar lugar a la producción de sustancias perjudiciales para el órgano. Esta situación puede desencadenar inflamación, debilitamiento y, en casos graves, complicaciones como la hepatitis alcohólica o la cirrosis hepática.
Por otro lado, la enfermedad del hígado graso no alcohólico puede deberse a una inflamación anormal que, aunque en algunos casos no presenta complicaciones, puede evolucionar hacia cirrosis o cáncer de hígado en situaciones severas.
¿Quiénes están en riesgo?
Las personas que se encuentran en mayor riesgo de desarrollar hígado graso, según expertos, son aquellas que sufren de diabetes tipo 2 y prediabetes, obesidad, hipertensión, niveles altos de triglicéridos o colesterol, trastornos metabólicos y pacientes de hepatitis C. Esta amplia gama de condiciones pone de relieve la importancia de prestar atención a la salud metabólica y adoptar un estilo de vida saludable para prevenir esta enfermedad. Cambios necesarios en el estilo de vida Ante un diagnóstico de hígado graso, los especialistas recomiendan realizar cambios significativos en la dieta. Esto implica limitar el consumo de sal y azúcar, aumentar la ingesta de frutas, verduras y granos integrales, así como la práctica regular de ejercicio físico.
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