La tasa crítica para evitar un colapso poblacional es 2,7 hijos por mujer

Una nueva investigación indica que para evitar un colapso poblacional se necesitan más de 2,7 hijos por mujer, debido al declive global de la fertilidad.

El análisis del crecimiento poblacional ha estado centrado durante décadas en la cifra mágica de 2,1 hijos por mujer como indicador suficiente para mantener estable la población mundial. Sin embargo, una reciente investigación científica cuestiona esta premisa, planteando una realidad más compleja y desafiando nuestra comprensión sobre la supervivencia poblacional.

El nuevo paradigma de reemplazo poblacional

Los estudios demuestran que la tasa de reemplazo, definida tradicionalmente como 2,1 hijos por mujer, ya no es suficiente para asegurar la sostenibilidad demográfica a largo plazo. Esta cifra se basaba en la premisa de que, considerando las tasas de mortalidad infantil y juvenil, un promedio de 2,1 hijos por mujer garantizaría el equilibrio generacional. Sin embargo, la nueva investigación introduce factores como la aleatoriedad demográfica, es decir, las fluctuaciones impredecibles en la cantidad de descendientes que puede tener cada individuo, especialmente relevantes en poblaciones pequeñas o en declive.

El estudio publicado en la revista científica Plos One utiliza modelos matemáticos sofisticados para analizar no solo los promedios, sino también la variabilidad en el número de hijos por persona. Los autores concluyen que, para evitar un eventual colapso poblacional, la tasa de reemplazo debería estar por encima de 2,7 hijos por mujer. Esta cifra representa un desafío significativo para las estrategias de planificación demográfica actuales y plantea interrogantes sobre la viabilidad a largo plazo de mantener poblaciones estables en diversos países.

El impacto del declive poblacional

Las proyecciones demuestran que bajo las tasas de natalidad actuales, la mayoría de los linajes familiares está condenada a desaparecer con el tiempo. Esta tendencia es especialmente preocupante en los países desarrollados, donde la fertilidad ha descendido a niveles históricamente bajos. Este escenario genera interrogantes sobre el futuro de la economía, los sistemas previsionales y la cultura en general.

La disminución constante en la tasa de natalidad, que ha pasado de 5,3 hijos por mujer en la década de 1960 a solo 2,3 en 2023, refleja avances en salud reproductiva, acceso a educación y equidad de género. Sin embargo, también conlleva nuevos desafíos para la sostenibilidad de las sociedades. La necesidad de revertir esta tendencia se convierte en una prioridad para garantizar el futuro de la humanidad.

El estrés matrimonial y el desequilibrio demográfico

La investigación también aborda el desequilibrio demográfico entre hombres y mujeres a nivel global, conocido como estrés matrimonial. Este fenómeno se refiere a la dificultad creciente que enfrentan las personas para encontrar pareja y formar una familia. En ciertas regiones del mundo, las diferencias en la proporción de sexos, sumadas a factores socioeconómicos, culturales y tecnológicos, dificultan la posibilidad de establecer vínculos duraderos.

El resultado es una sociedad con menos matrimonios, menos nacimientos y, en consecuencia, un mayor riesgo de contracción poblacional. Este desequilibrio demográfico también debe ser considerado al proyectar escenarios poblacionales, ya que impacta directamente en la posibilidad de reproducción y, por ende, en la sostenibilidad de la especie humana.

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