La expansión del consumo de alimentos ultraprocesados en México ha sido posible gracias a la influencia de la industria alimentaria en los canales de distribución. Según la investigación de Agustín Rojas Martínez, de la UNAM, en los últimos 23 años ha habido una transformación significativa en los lugares de venta de alimentos y bebidas. Por ejemplo, el número de mercados públicos disminuyó en un 34%, mientras que los supermercados aumentaron en un 107.5% y los minisúper en un 168.6%. Este cambio ha generado una mayor disponibilidad y consumo de alimentos poco saludables, lo que ha contribuido al aumento de la obesidad y enfermedades crónico-degenerativas en la población. Rojas Martínez propone que el gobierno implemente políticas para fomentar la producción local de alimentos nutritivos y regule la oferta de alimentos industrializados para contrarrestar la alta prevalencia de enfermedades relacionadas con la mala alimentación. Además, señala que la responsabilidad no debe recaer únicamente en los consumidores, ya que las compañías controlan los espacios de compra, facilitando el acceso a alimentos poco saludables. Ante este panorama, se estima que para 2050 el 88% de la población mexicana tendrá sobrepeso u obesidad, lo que generará altos costos económicos para el país.
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