Vitamina K: beneficios para la salud interna y externa

La vitamina K es esencial para la coagulación sanguínea, salud ósea y apariencia de la piel. Se encuentra en vegetales de hoja verde y se usa en cosméticos para tratar ojeras, rojeces e incluso mejorar la luminosidad.

La vitamina K es un nutriente esencial que desempeña un papel crucial en diversas funciones del organismo, desde la coagulación de la sangre hasta la salud ósea, y ha ganado protagonismo en el cuidado de la piel. Esta vitamina se almacena en pequeñas cantidades en el cuerpo, por lo que es importante consumirla regularmente a través de la dieta o mediante suplementos si es necesario, según el nutricionista Marcos López. Se encuentra en alimentos como vegetales de hojas verdes, hígado, yema de huevo, carnes y quesos fermentados, así como en hierbas frescas como el perejil y el cilantro. Las bacterias intestinales también la producen de forma natural, aunque no siempre en cantidades suficientes para cubrir las necesidades del organismo, por lo que cada vez más firmas de suplementación trabajan en la vitamina K.

Importancia de la vitamina K a nivel ingerible

Consumir vitamina K tiene un impacto positivo en diversas funciones del organismo. Esta vitamina es esencial para la correcta coagulación de la sangre, activando proteínas que evitan hemorragias y facilitan la cicatrización de heridas. Además, la vitamina K es clave para la salud ósea, ayudando a fijar el calcio en los huesos, lo que no solo mejora la densidad ósea y previene enfermedades como la osteoporosis, sino que también reduce el riesgo de fracturas, especialmente en personas mayores, según el doctor consultado. Estudios recientes han sugerido que la vitamina K también podría tener un efecto protector frente a ciertos tipos de cáncer y beneficios potenciales en la salud cerebral, mejorando la función cognitiva en adultos mayores. Estas propiedades refuerzan su reputación como un nutriente esencial para el bienestar integral.

La vitamina K en el ámbito cosmético

En el ámbito de la belleza, la vitamina K ha ganado popularidad por su capacidad para mejorar la apariencia de la piel, especialmente en productos cosméticos. Uno de sus usos más conocidos es en el tratamiento de las ojeras, en particular aquellas de tonalidad azulada. Esto se debe a que la vitamina K fortalece los capilares sanguíneos y mejora la circulación en la delicada zona periorbital, reduciendo así la pigmentación oscura y la hinchazón. También es efectiva en la cicatrización de heridas y en la reducción de hematomas. Al estimular la coagulación y la regeneración de los tejidos, la vitamina K contribuye a que la piel se recupere más rápidamente tras lesiones, intervenciones estéticas o tratamientos dermatológicos. Su acción calmante la convierte en un ingrediente ideal para tratar rojeces, irritaciones y problemas como la cuperosis. Además, la vitamina K también se encuentra en formulaciones diseñadas para mejorar la luminosidad y la uniformidad de la piel, lo que la hace especialmente útil en el tratamiento de pieles cansadas o desvitalizadas, ofreciendo un aspecto más joven y saludable.

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